Los COV contaminan el aire y, cuando se mezclan con óxidos de nitrógeno, reaccionan generando ozono, cuya presencia en el aire respirable crea un efecto nocivo proporcional a la concentración. Los compuestos orgánicos volátiles se liberan con la ignición de materiales combustibles, madera, carbón o gas natural. También son liberados a la atmósfera por disolventes, pinturas, adhesivos, plásticos, aromatizantes y otros productos empleados en procesos industriales, creando vapores y gases nocivos para la salud.
Los efectos de los COV sobre la salud humana tienen que ver con el tipo de sustancia, el tiempo-condiciones de exposición y otros factores individuales de la persona expuesta. Los COV se acumulan en diversas partes del cuerpo humano. A corto plazo, pueden causar afecciones ‘menores’, como irritación de ojos, nariz y garganta, náuseas, mareos, dolor de cabeza, fatiga, reacciones alérgicas, molestias gástricas o intestinales, pigmentación de la piel, pérdida de concentración y trastornos de la memoria.